Desde el pasado 22 de Marzo se suceden en toda la prensa mundial las reacciones sobre la muerte de un oso polar de cuatro años en el Zoo-Tierpark de Berlín. Como suelen decir los medios, se “reabre el debate ético de ese campo minado que es la relación del hombre con los animales salvajes”.
Destaquemos aquí dos opiniones críticas:
- Andrew Linzey, experto y director del Centro de Ética Animal, de Oxford: "Francamente, habría sido mejor que Knut no hubiera existido jamás a tener una vida tan miserable".
De hecho, ya desde su nacimiento hubo activistas berlineses que se opusieron a su crianza por humanos, proyecto que consideraron insensato desde el punto de vista ético. Los hechos parecen darles la razón. Linzey no compartía esta opinión radical y sigue defendiendo que una vez nacido en un zoológico la obligación de éste es intentar conservarlo con vida. Lo que Linzey viene a cuestionar es el hecho de que haya osos polares y otros animales salvajes en los zoológicos: "Los zoológicos imponen vidas no naturales a la mayoría de los cautivos”. Y llama la atención sobre los efectos de la exhibición, cuestionando su presunto valor educativo: “La gente ve a un oso e inmediatamente se queda boquiabierta”. Lo mismo valdría para muchos otros animales. Ahora bien, añade Linzey, “lo que deberían pensar es que se trata de un animal privado de su vida natural, puesto en exposición para entretenimiento y para el provecho económico". Esto último en el caso de Knut alcanzó niveles astronómicos…
- Ian Redmond, de la Fundación "Born Free", que sostiene un proyecto en Canadá para salvar al oso polar: “Esto parece subrayar la dicotomía que existe entre la gente que ama este oso polar único y aquellos a quienes les preocupan los osos polares como especie"
Redmond cuestiona otro de los argumentos a favor de mantener animales en los buenos zoológicos En su opinión, viven "vidas frustradas": los osos que nacen en cautiverio no pueden readaptarse a la vida natural ya que pierden las habilidades necesarias para sobrevivir. "A medida que nacen generaciones de especímenes en cautiverio en los zoológicos, el comportamiento se separa más y más de los osos polares en su ambiente natural". "Uno está eliminando los únicos rasgos que permiten que sobreviva en el medio ambiente natural. ¿Qué sentido tiene esto? Si uno quiere ositos de peluche, estamos hablando de mercancías".
Parece claro que, como muestran varios videos y en particular el que recoge el momento de su muerte, Knut, había desarrollado rasgos de comportamiento extraños incluyendo estereotipias.
En el otoño del año pasado, trascendió que desde su traslado a la jaula de los adultos, el joven oso venía sufriendo de manera constante los mordiscos y rugidos amenazadores de las de las tres hembras adultas con las que compartía espacio. La dirección del centro explicó entonces que pasaba la mayor parte del tiempo acorralado en un rincón, que sufría temblores, se escondía y se alimentaba de los restos que abandonan los demás osos de su espacio. “Para ganarse el respecto (de las osas), tiene que ganar peso y músculo”, dijo uno de los cuidadores.
Redmond y otros que opinan como él esperan que el caso de Knut refuerce la tendencia ya asumida por los zoológicos británicos, a dejar de tener osos polares cautivos y a desistir de los programas de reproducción en cautividad.
En contraste, algunos medios de comunicación han difundido las opiniones de personas como Chris Packham, curiosamente responsable de programas televisivos dedicados a la naturaleza. Aunque reconoce que “un oso polar pierde su capacidad para relacionarse con otros osos en su ambiente natural” y “cree que si los osos polares se extinguen en su medio natural, no tiene sentido mantenerlos vivos en zoológicos”, defiende el papel de los zoológicos en la defensa de los animales y que mantener unos pocos en cautiverio es un precio que vale la pena pagar. Sin poder evitar el aspecto sacrificial, Packham declaró hace unos días: "No necesitamos muchos osos polares en cautiverio. Pero sacrificar esos animales se justifica en la medida en que se transforman en embajadores de su especie, produciendo admiración en los corazones de los seres humanos. No queremos que se extingan ni los tigres ni los osos polares". Y sin dudarlo un momento, confía en el poder educativo del asombro provocado por los seres exhibidos en los zoológicos: "El pronóstico a largo plazo para los osos polares no es muy positivo. Yo diría que si Knut atrajo un millón de personas a verlo y esta gente quedó impresionada, es el papel más importante que puede jugar un zoológico”.
Así pues ¿deberíamos dar por buena la muerte de Knut, sacrificado por el bien de todos los osos polares cuyo hábitat está en peligro?