POR QUÉ NO SOY VEGANO
Luis Gilpérez Fraile (verano de 2007)
Unas consideraciones a título personal...
Cuando me preguntan el porqué no soy vegano de forma impertinente, lo cual ocurre la mayor parte de las veces, suelo responder con exabruptos como "porque me da la gana" o "porque quiero". Pero a veces me lo preguntan con lo que percibo como verdaderos interés o sana extrañeza, como si animalista militante y vegano debieran ser actitudes sinónimas, y entonces comprendo que el explicarlo racionalmente no es cuestión de pocas palabras. No soy vegano de forma razonada, convencida, con independencia de que pueda estar, o no, equivocado.
Distingo a veganos de veganistas.
Cuando comencé a militar en el movimiento animalista, en los años 80, la pregunta en tono impertinente procedía, invariablemente, de interlocutores taurinos:
-¿Cómo es que comes filetes si defiendes a los toros?.
Lamentablemente, en el primer quinquenio del siglo XXI, los interlocutores que hacen tal pregunta comenzaron a ser los veganistas. En este punto es necesario explicar que, a falta de cualquier definición en el DRAE, distingo a los veganos de los veganistas, y es importante que insista en ello para que nadie malinterprete mis palabras. Los veganos, lo son; los veganistas misionan el veganismo como parte de su teosofía o, al menos, de su filosofía moral. En todos estos años he tratado con muchos veganos y con muchísimos vegetarianos. Siempre me han resultado, en general, personas admirables y me han hecho contemplar la actitud vegana con absoluta simpatía, aun cuando no compartiera algunas de sus tesis –debiera decir hipótesis-. De hecho, mis primeros pasos animalistas los di de la mano de una admirable vegetariana, que ya en los 60 iba por los mataderos españoles enseñando a los matarifes a manejar el pistolete para que dejaran de usar la puntilla. Como concepto, me parece todo un paradigma de lo que es el animalismo práctico. Sin embargo, cuando los veganistas desembarcaron en el movimiento animalista, poco a poco me fueron creando animadversión hacia sus prédicas, que no hacia los veganos. Tal parece que en su escala de objetivos a batir –que no a convencer- los animalistas, e incluso vegetarianos, parecemos ocupar el primer puesto, por delante de taurinos, cazadores y resto de maltratadores de animales o de personas indiferentes al bienestar animal: si los animales son tus amigos, no te comas a tus amigos. Esa frase queda muy bien para la galería, aunque podrían utilizar otras igual de elocuentes: los animales son mis amigos, a pesar de que mis amigos se comen entre sí.
Reivindico mi espacio animalista.
El movimiento animalista, en España y hasta donde yo sé, es pionero en el campo de la defensa de los animales -si como movimiento entendemos una acción pública, continuada y organizada, y como animalismo a la defensa de los animales y de su bienestar-. En los años 70, y más significativamente en los 80, se desarrolló el movimiento ecologista. Ocuparon su puesto, junto al animalismo, en defensa, entre otros objetivos, de un grupo de animales poco atendidos hasta entonces: los animales silvestres. Nunca intentaron colonizar al animalismo con sus ideas. Bien es verdad que muchos animalistas se convirtieron al ecologismo o en aliados del ecologismo, tan verdad como que muchos ecologistas se convirtieron en animalistas o en aliados del animalismo. Pero los veganistas parecen haber llegado con otras intenciones. No intentan crear su propio espacio, y mira que hay espacio libre, sino que intentan colonizar el espacio animalista. Demandan la alianza del animalismo -no "con el" animalismo-, mientras señalan a los animalistas como "colaboradores de la explotación animal". No exagero, apenas hace unas semanas el candidato por el PACMA a las municipales sevillanas, manifestaba por escrito que los no-veganos no tenían derecho a ocupar puestos dirigentes en las asociaciones animalistas («cualquier persona que encabece -léase represente, dirija, presida o sea responsable- una organización que se diga defensora de los animales, lo primero que debería hacer es no comerse a sus defendidos»). ¡¿Dónde estarían las asociaciones animalistas si los no-veganos no las hubieran creado y dirigido?!
Animalistas, e incluso vegetarianos, en el punto de mira veganista.
Considero absolutamente incoherente que una asociación, o lo que quiera ser, como Igualdad Animal (www.igualdadanimal.org) dedique parte de sus escasas fuerzas a condenar, criticar negativamente, e intentar neutralizar, campañas tan prometedoras como el Proyecto Gran Simio (v. "El Proyecto Gran Simio: no tan grande" en su web). Y todo porque PGS pide reconocimiento de ciertos derechos sólo para los grandes simios, cuando, según la doctrina veganista, debieran pedirlos para todos los animales. ¿No sería más productivo usar esos mismos esfuerzos en luchar contra quienes niegan derechos también a los grandes simios?
Así las cosas, poco puede extrañar la labor de minado que realizan en las asociaciones animalistas, a las que invariablemente denominan bienestaristas y neobinestaristas, pero sí sorprende que sus críticas más feroces vayan dirigidas, a veces, contra asociaciones eminentemente vegetarianas, como PETA, incluyendo comunicados oficiales y públicos: «...sólo nos queda concluir que cualquiera que se tome en serio la injusticia que padecen los animales debería mostrar su rechazo inequívoco a PETA y negarse a colaborar con el mismo. Lamentamos especialmente que haya organizaciones supuestamente defensoras de los animales que les apoyen y promocionen. Apoyar sus actos es también apoyar su ideología, ideología fundamentalmente opuesta al respeto hacia los animales y a la abolición de su explotación como han demostrado. Oponernos a la esclavitud animal supone no solamente no ser partícipes de la misma, sino manifestar inequívocamente nuestro rechazo ante quienes la legitiman y reforman el modo en que tiene lugar. Es nuestro deber manifestar nuestro rechazo ante todo intento de plantear modos aceptables de someter a nuestros semejantes.» (Parte del comunicado difundido por Igualdad Animal el 7 de julio de 2007). Y lo anterior no son hechos aislados.
Otras asociaciones veganistas, como Anima (www.anima.org) la toma, además de con PETA, con la Humane Society of the United States (HSUS) a la que acusa de promover «reformas de bienestar animal basadas explícitamente en los beneficios económicos que se obtendrán con un uso más eficiente de los animales como mercaderías.» Y no es que yo comparta, ni deje de compartir, la ideología de PETA o de HSUS, es que me rechina que Igualdad Animal o Ánima estén pidiendo continuamente, a quienes considera opuestos al respeto hacia los animales, que apoyemos sus campañas. Decir que la ideología de PETA o de HSUS –y aún más, hay que entender, de las asociaciones animalistas que no promueven, como sí hace PETA, el vegetarianismo- es fundamentalmente opuesta al respeto hacia los animales, me resulta, simplemente, miserable...
La alimentación vegana también es cruel.
La alimentación no-vegana crea situaciones de crueldad terribles en el trato del hombre hacia los animales*.Miles de millones de animales son explotados hasta límites insospechados y sacrificados brutalmente en sórdidos recintos, para procurar comida a la humanidad. El animalismo trata, entre otros asuntos, de que esas situaciones desaparezcan. Todos los no-veganos somos culpables de tales situaciones. Los animalistas tratan de no serlo, y para ello luchan por mejorar las condiciones de bienestar para los animales, incluso de los criados para servir de alimento. Es un resumen demasiado breve y con demasiados flecos, pero no intento aquí explicar el concepto del animalismo bienestarista –como los veganistas lo califican- de sobra conocido. Lo que planteo es si la alimentación vegana es más aceptable para el bienestar animal, que la no-vegana.
Por lo que he leído y preguntado, el veganismo entiende que es injusto que se mate a cualquier animal por cualquier motivo, e incluso que sean explotados para obtener alimentos (huevos, leche, miel...). Una convocatoria reciente, de una asociación veganista (www.defensaanimal.org), para una manifestación antitaurina, aseguraba que «Realizaremos una Concentración pacífica y silenciosa bajo el lema "NI TOROS NI VACAS", para mostrar nuestra repulsa a que sigan siendo asesinados los toros en espectáculos públicos, del mismo modo que denunciamos que sus madres (las vacas) sigan siendo asesinadas en los mataderos. Todos los animales queremos vivir y disfrutar de nuestras vidas en libertad, por lo que es injusto matar a cualquier animal, sin importar la especie a la que pertenezcamos. No importa el dónde (plaza pública, matadero, barco pesquero, laboratorio, etc.) No importa el cómo (con espadas y lanzas, o con cuchillos empuñados por matarifes, o mediante redes o anzuelos, etc.) No importa a quién (a un toro o a su madre, la vaca, o a un pez o ratón).» La convocatoria, desde luego, nos fue remitida a asociaciones animalistas para que participásemos y la difundiésemos, a pesar de que, según afirman en su web, todos los no veganos somos fascistas (ver "Fascismo" en su web). Yo encuentro que el texto de la convocatoria conduce a un silogismo absurdo: utiliza, como es habitual en la jerga veganista, las expresiones "todos los animales" y "sin importar a la especie a la que pertenezcamos" queriendo, evidentemente, resaltar, que también los humanos somos animales y que la palabra animal comprende a seres humanos y no humanos. Por lo tanto, está aseverando, que todos los animales que matan, incluso cuando lo hacen para comer, actúan de forma ilícita. Y hay que colegir, además, que son unos fascistas ¡! Esos son los peligros de mantener postulados muy impresionantes de cara a la galería, pero no sustentados en ideas racionales o razonadas.
*