Como profesor, me hubiera gustado que la noticia se titulara: “Un perro abandonado rescatado por un colegio”. Pero no es así…
Hace unos días se difundió en facebook una llamada para la adopción urgente de un perro abandonado en la puerta de un colegio.
Eva, la mujer que lanzó la petición, lo contó así:
“Lleva ahí dos días, debe tener unos 8 o 9 meses, es un cachorro, macho, con una mirada noble y muy bueno, muy sociable y muy triste…”
“Esta mañana se ha metido en el colegio: se tumba patas arriba buscando una caricia, pero los niños de este pueblo se han liado a darle patadas hasta que me han visto…”
“ A la salida, lo mismo: una niña se ha puesto ha darle patadas y la mamá en lugar de regañarla por lo que estaba haciendo le ha dicho que a ver si le pegaba pulgas…”
Y añade: “ El alcalde va a llamar al servicio de recogida de perros que hay en el pueblo…una perrera donde finalmente los sacrifican”
Afortunadamente Eva lo “escondió en un terreno con unas casetas, cuyo dueño por suerte no esta y... no sabe que lo tengo allí”.
Dos días después, Eva añadió: “ el perro ha saltado la valla, no me explico cómo porque es alta, y esta mañana estaba en el colegio otra vez…”
Afortunadamente a estas horas el perro está a salvo.
¿Qué hubiera pasado si Eva no se ocupa de salvarlo? Es realmente lamentable que escenas como estas se desarrollen en la puerta de un centro educativo; que haya que poner a salvo a un perro ante las agresiones de escolares; que no hayan sido educadores quienes hicieran este rescate…
Historias parecidas son frecuentes, por desgracia.
Quien esto escribe ha pasado ya dos veces por la situación de tener que salvar a dos perras que habían entrado en el Instituto, evitando que fueran maltratadas y enviadas a la perrera de forma expeditiva y sin ninguna duda... Una de ellas, preñada, parió en el “escondite” que le buscamos para que no se la llevaran los “laceros”. Habría acabado en la perrera municipal si, con la ayuda de una compañera y dos alumnas, no la hubiéramos cuidado – a ella y los cuatro cachorros- hasta que encontramos casas que se hicieran cargo de ellos. Pero lo más grave es que eso lo hicimos enfrentados a la mayoría del profesorado (…se quejaban de los ladridos…) y aguantando las burlas de la mayoría del alumnado.
Lamentablemente son pocos los colegios que emprenden iniciativas como la del Cuarto Hocico.